lunes, 22 de mayo de 2017

Mi vida en la escuela

A los dos años y medio empecé el jardín, en "Sueñitos" un jardín privado, pero sólo fui ahí porque trabajaba mi madrina de maestra auxiliar. Me gustaba tanto ir que en vez de llorar cuando me dejaban en el lugar, lloraba cuando me venían a buscar. A los cuatro años y un par de meses, empecé a ir a un jardín doble jornada, pero sólo fui un mes. Lo único que recuerdo es salir feliz porque la comida que hacían era ríquisima. Después empecé a ir a "Cebollitas", un jardín que deteste. Nunca me pudé llevar bien con las personas de ese lugar. A los cinco años comencé a ir al Martín Fierro, la escuela de mis amores. A penas llegué me recibieron muy bien y tuve mis primeros amigos, llegar a esa escuela fue lo mejor que me pudo pasar, las maestras me mostraron mucho amor y no puedo evitar emocionarme al pensar en eso.
Al año siguiente, empecé primer grado. Siempre me gustó mucho aprender, cuando era más chica vivía tirando datos como "¿Sabías que los embarazos de los tiburones duran cuatro años?" así que como ya se notaba, amaba aprender y me encantaba la idea de ir y saber que estaba empezando una carrera para llegar a ser lo que yo desee ser, quería ser maestra, escritora y abogada. También mataba a mis papás a preguntas, sobre todo en relación a las publicidades, porque hacían eso de una forma y no de otra, y porqué, porqué, porqué. Se supone que la etapa de los porqués es a los tres años, pero en mi aún sigue vigente (aunque ahora hago todas mis preguntas en internet, mi historial de busquedas es sumamente interesante). Volviendo a lo escolar, por las razones enumeradas anteriormente me encantaba ir al colegio y no me costaba, esa escuela era lo mejor. Tenía un montón de amigos y los maestros eran lo más lindo que existía, los actos eran lo mejor del mundo, yo, con muchas ganas de figurar, actuaba en todo lo que podía.
Cuando llegué a cuarto grado, vinieron muchas chicas nuevas y mi mejor amiga se fue a otro colegio, sumado a todo esto, yo me mude a cuarenta minutos de ahí y decidí cambiarme de escuela. La nueva escuela estaba en frente de mi casa y aún así llegaba tarde. Se llama "República de Nicaragua". Nunca me gustó. Los actos eran muy feos en relación a los de mi otro colegio. Los compañeros eran muy distantes y sobradores conmigo. Los maestros eran normales, pero la diferencía se notaba en que los otros eran magníficos. Desde que llegué (en quinto grado) estuve esperando todo lo que me quedaba de la primaria para pasar a la secundaria e irme de ahí. En sexto gane en el distrito un concurso de escritura con una composición de San Martín y en séptimo fui abanderada.
La escuela Rodolfo Walsh la conocí porque vivo a siete cuadras. Siempre estuve muy contenta de haber quedado acá porque más allá de la cercanía, la orientación me gustaba aunque no sabía mucho de ella, pero me llamaba demasiado la atención y me gustó aún más de lo que creía.
El primer día fue uno de los mejores días de mi vida, no podía creer que al fin había terminado la primaría que se me había hecho tan tediosa en los últimos años y tenía la oportunidad de empezar de nuevo con un nuevo grupo de amigos y cambiando mi entorno social. Desde el primer día que me hablo Jimena y aún hoy somos amigas. Estoy muy contenta con las amistades que pude cultivar.
Nunca me costaron mucho las materias, sólo tuve dificultades con matemática, pero las supe superar bien, hasta que llegue a tercer año y por problemas personales que tuve fue un año muy dificil en mi vida y me costó mucho concentrarme y me la llevé, pero aún así estoy contenta de no haberme llevado más materias.
Ahora estoy en cuarto año y muy feliz de haber empezado a tener las materias de la orientación. Estoy pensando si estudiar sociología, comunicación o psicología. El cambio con algunas materias, como literatura, fue un tanto abrupto así que todavía me estoy acostumbrando. Pero estoy muy feliz con los conocimientos que estoy adquiriendo.

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